El drawback, un procedimiento diseñado para estimular las exportaciones no tradicionales, se encuentra en un momento crítico. A pesar de haber sido creado en 1995 con el objetivo de restituir a los exportadores los aranceles que pagan por importar insumos para la producción destinada al mercado exterior, su futuro se ve amenazado.
En un principio, se estableció que la vigencia del drawback sería temporal, hasta que se reglamentase un régimen específico de devolución de aranceles a la exportación. Sin embargo, más de 25 años después, esto no ha sucedido y el drawback ha seguido vigente, aunque de manera provisional.
Para los empresarios que se dedican a las exportaciones no tradicionales (XNT), el drawback es un estímulo valioso que les permite competir en el mercado internacional. Sin embargo, para el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), el drawback representa un costo tributario que puede ser oneroso para el Estado.
En este contexto, la reducción del drawback puede ser considerada un paso hacia la unificación de la política comercial del país y la reducción del déficit fiscal. Sin embargo, también puede tener un impacto negativo en la competitividad de las empresas exportadoras y en la economía en general.
Es importante destacar que la reducción del drawback no es un tema nuevo. En el pasado, se ha discutido la posibilidad de eliminarlo o reducirlo, pero siempre se ha encontrado oposición por parte de los empresarios y de la industria. En este sentido, el actual momento político y económico puede ser considerado como un momento crítico para la reducción del drawback.
Lo que queda por ver es cómo se desarrollará esta situación y qué medidas se tomarán para mitigar el impacto en las empresas exportadoras. Una cosa es segura: el futuro del drawback está en juego y su destino puede tener un impacto significativo en la economía del país.