¡La mujer que sobrevivió a la ira de Enrique VIII! ¿Cuál fue su secreto?

La figura de Enrique VIII de Inglaterra es sin duda una de las más interesantes y controvertidas de la historia británica. Su relación con las mujeres de su vida, especialmente con sus esposas, es un tema que ha generado mucho interés y debate a lo largo de los años.

Entre las seis esposas del rey, una de ellas se destacó por su astucia y habilidad para sobrevivir en la peligrosa corte del monarca. Se trata de Catalina Parr, la sexta y última esposa de Enrique VIII, quien logró mantenerse viva y ejercer una gran influencia en la vida del rey y en la historia del reino.

En el contexto de la reciente producción de la serie "La última reina", que se estrena en octubre y es protagonizada por el aclamado actor Jude Law, es oportuno revisitar la historia de Catalina Parr y su papel en la corte de Enrique VIII.

Catalina Parr nació en 1512 en Kendal, en el condado de Westmorland, norte de Inglaterra. Fue hija de Thomas Parr y Maud Green, y creció en una familia noble pero no muy rica. Su educación se centró en la música, la lectura y la escritura, habilidades que le serían muy útiles en su futura vida en la corte.

En 1529, Catalina se casó con Sir Edward Burgh, un caballero anciano y rico que tenía una gran finca en el norte de Inglaterra. Sin embargo, el matrimonio no duró mucho tiempo, ya que Sir Edward falleció en 1533. Después de su muerte, Catalina se convirtió en una viuda rica y atractiva, lo que la hizo objeto del interés de varios hombres poderosos de la época.

En 1534, Catalina se comprometió con Sir John Neville, pero el compromiso se rompió cuando el rey Enrique VIII se fijó en ella. El rey, que había pasado por varios matrimonios tumultuosos, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para asegurarse de que su próximo matrimonio fuera exitoso y produjera un heredero varón.

En julio de 1543, Catalina se casó con Enrique VIII en una ceremonia privada en el Palacio de Hampton Court. A pesar de la gran edad del rey y sus problemas de salud, la relación entre los dos parecía ser armoniosa y feliz. Catalina demostró ser una esposa devota y cuidadosa, y el rey, a su vez, se mostró generoso y afectuoso con ella.

Una de las razones por las que Catalina Parr logró sobrevivir en la corte de Enrique VIII fue su capacidad para no subestimar el poder del rey. Ella sabía que su posición en la corte era vulnerabilísima y que un solo paso en falso podría ser su downfall. Por ello, se aseguró de mantener una relación cordial con el rey y de no cuestionar su autoridad.

Otra razón fue su habilidad para conciliar a la familia real. Catalina se convirtió en una figura maternal para los hijos de Enrique VIII, especialmente para la princesa Isabel, quien se sintió atraída por la inteligencia y la simpatía de la reina. La relación cercana entre Catalina y los hijos del rey ayudó a mejorar la dinámica familiar y a reducir las tensiones en la corte.

Además, Catalina Parr también demostró ser una defensora de la educación y la reforma religiosa. Ella fue una de las primeras mujeres en Inglaterra en publicar un libro, "Prayers or Meditations" (Oraciones o meditaciones), que se convirtió en un éxito de ventas. Su interés en la educación y la reforma religiosa la hizo popular entre los reformadores ingleses, como Thomas Cranmer, quien la consideró una aliada importante en su lucha por la reforma religiosa.

Después de la muerte de Enrique VIII en enero de 1547, Catalina Parr se retiró de la corte y se casó con Sir Thomas Seymour, un noble que había sido amigo cercano del rey. La pareja tuvo una hija, Mary Seymour, pero la felicidad del matrimonio no duró mucho tiempo. En enero de 1548, Catalina falleció debido a una fiebre puerperal, después de haber dado a luz a su hija.

A pesar de su muerte prematura, el legado de Catalina Parr sigue siendo relevante en la historia de Inglaterra. Su capacidad para sobrevivir en la corte de Enrique VIII y su papel en la conciliación de la familia real la convirtieron en una figura importante en la historia británica. Su defensa de la educación y la reforma religiosa la hicieron popular entre los reformadores ingleses, y su memoria sigue siendo recordada como una de las últimas grandes reinas de la Inglaterra Tudor.