Brady Corbet, el director detrás de The Brutalist, parece haber tomado una decisión valiente al decidir que su película no iba a ser como cualquier otra. En lugar de ofrecer un entretenimiento ligero y accesible para las masas, se abrió camino a través de un terreno más oscuro y complejo, desafiando a los espectadores a sumergirse en un mundo que es tan intrigante como perturbador.
Desde el principio, Corbet establece el tono de la película con un enfoque claro en la narrativa y la emocionalidad de los personajes, sin concesiones ni complacencias hacia el espectador. Esto se traduce en una experiencia cinematográfica que es a la vez fascinante y desafiante, capaz de evocar todo un abanico de emociones en aquellos que se atreven a adentrarse en este universo.
El protagonista del drama es el eje central en torno al cual gira la trama, y su recorrido es tan intenso como apasionante. A medida que avanza la historia, nos encontramos inmersos en un mundo de matices grises, donde las líneas entre lo correcto y lo incorrecto se difuminan, y donde el espectador se ve obligado a cuestionar sus propias creencias y suposiciones.
La habilidad de Corbet para dirigir la narrativa hacia terrenos tan complejos y emotivos es verdaderamente admirable, y el resultado es una película que dejará a muchos con la sensación de haber experimentado algo único y perturbador. The Brutalist no es una película para todos; es una experiencia diseñada para aquellos que buscan algo más profundo, algo que les haga reflexionar sobre la condición humana y las oscuridades que pueden estar justo debajo de la superficie de nuestra aparente normalidad.
En resumen, The Brutalist es una película que promete ser tan impactante como inolvidable. Con su enfoque en la oscuridad y la complejidad, desafía a los espectadores a enfrentar sus miedos y prejuicios, ofreciendo una experiencia cinematográfica que, aunque desafiante, resulta imposible de olvidar.