¿Qué pasó con los países exsoviéticos 30 años después de la caída de la URSS?

Quince países fueron hasta 1991 parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). A partir de entonces quedaron huérfanos de imperio, que se había resquebrajado, y sus sensaciones iban desde la alegría a sentirse perdidos. Mientras algunos abrazaron con entusiasmo los valores y sistemas occidentales, otros buscaron mantener sistemas parecidos al soviético y seguir próximos al Kremlin.

Los que más han oscilado entre este y oeste en esta dicotomía son Georgia, Ucrania, Armenia y Moldavia. Estos giros geopolíticos han ido acompañados de guerras, presiones, revoluciones y negociaciones. La historia de estos países en las últimas tres décadas ha estado marcada por intentos de encontrar su lugar en el mundo.

La disolución de la URSS marcó el fin de una era y el comienzo de una nueva. Para algunos países, esto significó una oportunidad para integrarse en la comunidad internacional y adoptar los principios de la democracia y el libre mercado. Sin embargo, para otros, la pérdida del apoyo soviético significó una búsqueda desesperada por encontrar un nuevo patrocinador o modelo a seguir.

Georgia, Ucrania, Armenia y Moldavia han sido los países que más han luchado por encontrar su camino. Estos países han estado atrapados en una especie de limbo, intentando equilibrar sus relaciones con Rusia y Occidente. La influencia rusa en la región sigue siendo significativa, y muchos de estos países tienen lazos históricos y culturales fuertes con Moscú.

Pero, al mismo tiempo, la aspiración de integrarse en la Unión Europea y la OTAN ha sido una realidad para algunos de estos países. Ucrania, por ejemplo, ha estado en el centro de una disputa entre Rusia y Occidente, con la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014 y el conflicto en el este del país.

Armenia, por otro lado, ha mantenido una relación más cercana con Rusia, pero ha intentado diversificar sus relaciones y buscar una mayor cooperación con la Unión Europea. Georgia ha seguido un camino similar, intentando equilibrar sus relaciones con Rusia y Occidente.

Moldavia ha sido otro país que ha estado en el centro de la disputa entre Rusia y Occidente. La región de Transnistria, que es una región autónoma de Moldavia, ha estado controlada por separatistas prorrusos desde la caída de la URSS.

En resumen, los países exsoviéticos han estado en una búsqueda constante de encontrar su lugar en el mundo después de la caída de la URSS. La influencia rusa en la región sigue siendo significativa, pero la aspiración de integrarse en la Unión Europea y la OTAN ha sido una realidad para algunos de estos países. La historia de estas naciones en las últimas tres décadas ha estado marcada por intentos de encontrar su camino y evitar quedar atrapados en la dicotomía entre este y oeste.