¿Qué sucede cuando un paciente se quita la vida? El lado oscuro de la profesión que POCOS saben

El suicidio de un paciente es uno de los momentos más devastadores para cualquier profesional de la salud mental. Psicólogos y psiquiatras que dedican su vida a salvar otras, a menudo terminan siendo las segundas víctimas de esta tragedia.

Aunque su formación y experiencia les permiten acompañar a otros en momentos difíciles, el dolor de perder a un paciente es algo para lo que pocos están realmente preparados. La empatía y la capacidad de entender los sentimientos de los demás son habilidades esenciales para cualquier profesional de la salud mental, pero no significa que estén inmunes al dolor y la tristeza que conlleva la pérdida de un paciente.

La relación entre un profesional de la salud mental y su paciente es única y compleja. Se trata de una relación en la que se deposita una gran cantidad de confianza y vulnerabilidad, y en la que se espera que el profesional sea capaz de ofrecer apoyo y orientación en momentos de crisis. Sin embargo, a pesar de la importancia de esta relación, no siempre se habla de la forma en que los profesionales de la salud mental lidian con la pérdida de un paciente.

La pérdida de un paciente puede ser especialmente dolorosa para los profesionales de la salud mental porque a menudo se sienten responsables de su bienestar y de su seguridad. La culpa y el remordimiento pueden ser sentimientos comunes en estos casos, y pueden afectar negativamente la salud mental y el bienestar del profesional.

Además, la pérdida de un paciente puede ser un recordatorio crudo de la realidad de la mortalidad y de la limitación de la capacidad de los profesionales de la salud mental para prevenir la muerte. Esto puede ser especialmente difícil para aquellos profesionales que se sienten llamados a ayudar a otros y que se esfuerzan por hacer una diferencia positiva en la vida de sus pacientes.

Es importante que los profesionales de la salud mental no se sientan solos en su dolor y que busquen apoyo en momentos de crisis. La supervisión y el apoyo de colegas y supervisores pueden ser fundamentales para ayudar a los profesionales a procesar sus sentimientos y a encontrar formas de lidiar con la pérdida de un paciente.

En última instancia, la pérdida de un paciente es un recordatorio de la importancia de la empatía y la compasión en la práctica de la salud mental. Aunque no siempre se puede prevenir la muerte, los profesionales de la salud mental pueden seguir haciendo una diferencia positiva en la vida de sus pacientes y de sus familias, y pueden seguir siendo una fuente de apoyo y orientación en momentos de crisis.